domingo, 27 de noviembre de 2011

DIOS Y LA TRINIDAD

Muchas veces me he preguntado, ¿Quién es Dios?, ¿Cómo es Él? Sé que Él es el Creador de los cielos, del universo y la tierra, y de todo ser vivo que hay en ella. También sé que fuimos creados a imagen y semejanza de ÉL, y que a través del sacrificio de Jesús, su Unigénito, fuimos redimidos y Salvados. Conozco al Espíritu Santo, que viene de Dios y nos fue enviado como consolador para que fuésemos investidos con poder y que Él nos mostraría todas las cosas.

El conocimiento de Dios nos viene a través de la tradición bíblica, y en particular a través de Jesucristo. El Salmista nos dice «Los cielos cuentan la gloria de " Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmos 19:1). Pablo declara que «lo que de Dios se conoce les es manifiesto... porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas» (Romanos 1:19-20). Las Escrituras nos muestran que el pueblo de Israel estaba convencido que Dios se nos ha revelado, y continua revelándose mediante su historia. Dios es el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y su descendencia (Génesis 32:9; Éxodo. 3:6, 15-16; 4:5; Mateo. 22:32. Que sacó al pueblo de la esclavitud en Egipto, que le trajo a la Tierra Prometida, y que más tarde lo hizo volver del exilio en Babilonia*.

También que Dios se nos revela en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos. La Biblia es palabra de Dios, no sólo para proveernos información, sino también, y sobre todo, para proveernos formación, como individuos y como pueblo. La Biblia no es Dios, y por tanto es «Palabra de Dios». Es Palabra de Dios porque es el instrumento que Dios emplea para hablamos y para transformarnos.

Los cristianos afirmamos que Jesucristo es la máxima revelación de Dios. El Apóstol Pablo lo expresa declarando que Jesucristo es la imagen de Dios (2 Corintios 4.4; Colosenses 1:15). En Jesucristo vemos a Dios hecho carne por nosotros, caminando en los campos de Galilea junto a pescadores y pecadores.

Sobre la doctrina de la Santísima Trinidad las Escrituras parecen decir al respecto: que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres -no son lo mismo- pero son un solo Dios. Esta doctrina afirma que el Padre es Dios, y que el Hijo no es menos Dios que el Padre, y lo mismo respecto al Espíritu Santo.

Dios se revela a nosotros a sí mismo como Dios trinitario. A través de Él como Padre en la creación, por medio de Jesucristo como nuestro Salvador y personalmente por medio del Espíritu Santo como el Consolador. En las tres revelaciones nos encontramos ante el único Dios verdadero, pero en cada una de ellas de una forma diferente. En la creación se puede ver la huella del Creador (Romanos 1:19). Este tipo de revelación es realmente interreligiosa. En Cristo Dios se hizo hombre y en él habita toda la plenitud de la divinidad (Colosenses 2:9). Es el que nos reconcilia con Dios (2 Corintios 5:19) y a través de él recibimos la vida eterna (Romanos 6:23). A través del Espíritu Santo se convierte en Cristo en nosotros (Gálatas 2:20, 4:16, Colosenses 1:27). Dios derrama su amor en nuestros corazones (Romanos 5:5). El Espíritu de Dios entra en relación con nuestro espíritu y nos convertimos literalmente en el templo del Espíritu Santo**.

Referencia:

*González, J. L. y Z. P. Maldonado, 2004. Introducción a la Teología Cristiana, Abingdon Press 168 págs.

**Schwarz, C. A., 2005, Coloree su Mundo con el Desarrollo Natural de la Iglesia, Editorial Clie, 191 págs.

jueves, 24 de noviembre de 2011

DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS



“Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18)

Este es un día especial para reconocer a Dios y darle gracia por todas las bendiciones y logros que hemos obtenido durante este año para salir adelante. El Día de Acción de Gracias ("Thanksgiving Day") es una celebración nacional y familiar en los Estados Unidos para dar gracias a Dios por la abundancia obtenida que disfrutan en libertad y donde dan gracias a Él por todas sus dádivas los creyentes y el pueblo en general. Esta festividad tuvo su origen en 1621 como agradecimiento a Dios por haber sobrevivido el crudo invierno y la buena cosecha que obtuvieron los primeros peregrinos fundadores y pobladores de la Colonia de Plymouth en Massachusetts, donde se organizó una gran comida. Se estableció como un día de fiesta nacional el tercer jueves de noviembre de 1939. Dios bendigas los alimentos que vamos a consumir hoy con nuestros familiares, amigos y seres queridos. Tambien bendigas a su Iglesia, el Cuerpo de Cristo en esta tierra, nuestras familias, amistades y compañeros de trabajo. Que a cada uno de nosotros y a su Iglesia (protestantes, católicos, evangélicos, judíos mesiánicos y otros) continúe dándonos salud y sabiduría para alcanzar y continuar realizando los logros y metas que como pueblo nos hemos trazado. Esto sea hecho para la gloria Dios, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

martes, 15 de noviembre de 2011

¿EL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ES UN DIOS VENGATIVO, GUERRERO Y CASTIGADOR O ES UNO AMOROSO Y BUENO?



Con frecuencia muchos cristianos se preguntan si existe diferencia entre el Dios del Antiguo testamento y el Dios del Nuevo Testamento. ¿Cómo es posible que se presente un Dios castigador, vengador en el Antiguo Testamento, mientras que el Dios del Nuevo Testamento se le presenta como un Dios amoroso, bueno y misericordioso? ¿Es que Dios tiene dos caras tan diferentes o es que el Dios del Antiguo Testamento es un dios diferente?

La cuestión de la violencia en la Biblia ha provocado siempre en la historia del cristianismo una reacción de rechazo hacia el Antiguo Testamento, desde quienes propugnaban abolir totalmente el Antiguo Testamento y su Dios violento e ignorante —marcionista y gnósticos—, hasta quienes proponían una censura parcial sobre aquellas secciones del Antiguo Testamento que no concuerdan con el espíritu pacifista del Nuevo Testamento, estableciendo de este modo una especie de canon dentro del canon. Las tradiciones de la guerra santa y de la conquista de la tierra prometida figuran entre los textos más violentos de la Biblia y que más repulsa han desatado en la historia del cristianismo y en la época moderna.

Es fácil ver al dios amoroso a través de la vida misma de Jesucristo en el Nuevo Testamento. Es a través de sus milagros, de sus enseñanzas y de su ministerio en general que vemos su amor y misericordia. El Dios que se muestra en el Nuevo testamento trasciende la vida de Jesús y se manifiesta también a través de sus discípulos y en todo lo que allí se relata. Es contradictorio, sin embargo, ver en el Antiguo Testamento que Jehová, Dios, es un dios vengador, quien destruye los enemigos de su pueblo en medio de las batallas y quien castiga a su pueblo ante su desobediencia.

El Dios del Antiguo Testamento es el producto de la mente del pueblo judío, de un Dios concebido por la mente humana, limitada, finita, que crea una imagen conforme a esquemas conocidos, porque ¿qué mente humana puede imaginarse o contener la idea de quién es Dios? ¿Y qué mejor esquema conocido para el hombre que el hombre mismo? Así, es que el pueblo judío atribuye a su Dios las características propias del ser humano, esto es, sus defectos, sus cualidades positivas, que responden también a prácticas comunes de otros pueblos politeístas. Yahvéh tuvo que asumir caracteres de Baal, Dios de la tormenta y de la fecundidad (Trebolle, 1994,383). Incorporó con ello aspectos teofánicos de carácter violento propios del Dios de la tormenta Algunos autores han puesto de relieve la pervivencia de caracteres mitológicos en los relatos de guerra santa en Israel e insisten en la continuidad que existe entre la figura de Yahvéh guerrero y la correspondiente figura del Baal cananeo (Cross y Miller, 1973, 393; Jones, 1989,299-321).

Además, como podemos juzgar aquellos hombres fuera de su contexto, esto es, su época y su manera de entender la realidad y las relaciones con su Señor y Dios. Este era un pueblo que se regía exclusivamente por las interpretaciones que ellos hacían de la ley (hasta el extremo de haber redactado seiscientas interpretaciones de la misma). Como otros tantos pueblos el pueblo judío estaba también envuelto en guerras. En todos estos eventos y en su vida cotidiana daban participación a su Dios. De ahí surge la visión de Jehová como uno castigador, justiciero, guerrero que los acompaña en las batallas. Todo ello puede contribuir a la idea errónea de las personas acerca de cómo es Dios, distinto en el Testamento, en comparación con el Dios del Nuevo Testamento.

Sin embargo en las Escrituras, en el Antiguo Testamento, hay evidencia sobreabundante y real de un Dios de amor y misericordia para su pueblo. Prueba de ello fue la promesa que Dios hizo a Abraham de que su descendencia seria innumerable. Fue Jehová quien encomendó a Moisés el libertar a su pueblo; que les abrió el Mar Rojo para que escaparan de la persecución del Faraón; quien los guió y le hizo provisión en el desierto por medio de una nube y del fuego, y que los llevó a la tierra prometida. Este es el Dios al cual su pueblo daba gracias en los salmos; el que estuvo con ellos en el exilio y el que les prometió un mesías para reconciliar al hombre con él. ¿Cómo puede un Dios así carecer de amor y misericordia para su pueblo?

Y si las escrituras son inspiradas por Dios y Dios es un Dios amoroso ¿cómo es que los autores o escritores de la misma insisten que el pueblo de Dios asegura que Dios es guerrero y los acompaña en las batallas y que ejecuta actos que no son propios de un Dios de amor? La contestación es que Dios quiere que las escrituras presenten la realidad en cuanto a las creencias, conducta o hechos humanos se refiere (inclusive lo que piensan los escritores que las escriben) para que podamos aprender de los errores y actos correctos de otros y estemos más claros de lo que es su voluntad para cada uno de nosotros. Además, la forma más exacta de conocer lo que está bien es conocer también lo que está mal. De las experiencias o errores de ellos podemos aprender. La Biblia sigue siendo el primer libro de donde podemos adquirir la sabiduría que viene de Dios. La Biblia es la historia de un grupo de seres humanos que vivieron experiencias diversas en su caminar hacia el conocimiento de Dios.

El Dios del Antiguo Testamento y del Nuevo testamento es el mismo Dios. En el Antiguo Testamento esa figura de un dios bueno esta encubierta por una concepción errónea, limitada y finita de quien es verdaderamente ÉL.

Como dijimos anteriormente ¿qué mente humana puede contener la idea de Dios? Es por ello que la Biblia es una revelación progresiva de Dios mismo a nosotros, a través de eventos históricos, a través de su relación con la gente a lo largo de la historia que finaliza con la venida y ministerio de su hijo Jesucristo. Entonces Dios conociendo que el hombre había tergiversado su visión de él, envía a su hijo Jesucristo para que la verdad lo haga libre, para que lo conociera directamente a través de su hijo, para que su relación con el tuviera la posibilidad de ser una de intimidad, de cercanía y entonces el hombre disfrutara de una vida abundante en ÉL.

En las Escrituras, en el Antiguo Testamento, hay evidencia sobreabundante y real de un Dios de amor y misericordia para su pueblo. Se hace rápidamente evidente que Dios no es diferente de un Testamento a otro y que la ira de Dios y su amor están revelados en ambos Testamentos. A través del Antiguo Testamento, se declara que Dios es “misericordioso y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6; Números 14:18; Deuteronomio 4:31; Nehemías 9:17; Salmo 86:5, Salmo 86:15; Joel 2:13). Aún así, en el Nuevo Testamento, el amor y la bondadosa misericordia de Dios están más fuertemente manifiestos a través del hecho de que “... de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en ÉL cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16). A lo largo del Antiguo Testamento, vemos también a Dios tratando con Israel de manera muy parecida a la de un amoroso padre tratando con su hijo. Cuando ellos deliberadamente pecaban contra Él y comenzaban a adorar a los ídolos, Dios los castigaba, y aún así una y otra vez Él los liberaba una vez que se arrepentían de su idolatría. Esto se parece mucho a la manera como vemos a Dios tratando con los cristianos en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Hebreos 12:6 nos dice que “...el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”

Desde su comienzo hasta el final la Biblia sigue siendo un libro sin contradicciones. Verdaderamente, la Biblia es un mensaje de amor a la humanidad. A través de ella vemos el amoroso y misericordioso llamado de Dios a la gente, invitándola a una relación intima con Él, porque Él es un Dios de misericordia, lento para la ira y grande en bondadoso amor y verdad. Cuando la estudiamos con más detenimiento, se hace evidente que Dios no es más diferente en el Nuevo Testamento de lo que era en el Antiguo Testamento.

Bibliografía:

JONES, G.H. 1989. «The concept of holy war, The World of Ancient Israel. Sociological, Anthropological and Political Perspectives, ed. R.E. Clements, Cambridge: Cambrige University Press, págs. 299-321.

MILLER P. D. 1973. The Divine Warrior in Early Israel, Harvard Semitic Monographs 5, Cambridge MA, 395 pp.

Farmer, W, et al. 2003. Comentario Bíblico Internacional. Navarra: Editorial Verbo Divino, págs. 272-278.

Nelson, W. 1998. Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. New York: Editorial Caribe.

Trebolle, J. Violencia y guerra en el Antiguo Testamento. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, H.' Antigua, t. 7, 1994, págs. 383-399.
REFORMA Y CONTRAREFORMA DEL PUEBLO CRISTIANO: En el siglo XVI (1517) surgió la Reforma Protestante, un movimiento religioso de tendencia renovadora que hizo su aparición en la Europa Occidental. Varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Cristiana Occidental (Católica Romana). Se origina en la ruptura con el Papa por parte de Martín Lutero monje católico, Enrique VIII rey de Inglaterra, Juan Calvino teólogo reformador francés y Stork y Munzer, sacerdotes suizos. Esto originó el rompimiento de la unidad cristiana y la consiguiente formación de otras Iglesias, llamadas Iglesias Protestantes, independientes de la autoridad papal. El protestantismo asumió cuatro formas: la luterana, la anglicana (episcopales), la reformadora (presbiteriana) y la anabaptista (menonita). Ya para el siglo XI la Iglesia cristiana se había dividido por primera vez en el llamado "Cisma de Oriente y Occidente" formándose la Iglesia Católica Ortodoxa y la Iglesia Católica Romana respectivamente. En el siglo XVII surgio el llamado movimiento bautista, en el siglo XVIII, el movimiento metodista y wesleyano, en el siglo XIX los Discípulos de Cristo y en el siglo XX el movimiento pentecostal y evangélico. Estos movimientos han desarrollado un alcance mundial. En el siglo XX se crea también el Consejo Misionero Internacional fomentándose el movimiento ecuménico. Esto marca un hito importante en la historia del reencuentro entre las iglesias cristianas (Católicas, Protestantes y Evangélicas), propiciando desde plataformas diferentes el respeto mutuo y la búsqueda de los espacios comunes hoy en día.
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