“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos… Como son altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. – Isaías 55: 8-9.
Recuerdo haber trabajado con un grupo de profesionales con los cuales me reunía una vez al mes para discutir asuntos relacionados con el trabajo. Durante esas reuniones era frecuente que una de las compañeras criticara a algunos de sus compañeros de una forma muy despiadada e injusta. Ante esta situación yo salía en defensa de los compañeros ofendidos hasta el extremo que discutía con la persona incansablemente. De mas esta decir que me convertí en su más acérrima enemiga de tal manera que me hacia la vida imposible. Muchas veces le pedí al Señor que me diera la oportunidad de conseguir otro trabajo y que cuando tomara la decisión, mi salida de este lugar fuera muy exitosa. A pesar de mis insistentes suplicas no se abría ninguna puerta. Le pedí que me hablara y no se hizo esperar. Me contestó que tenía que amar a mi enemigo. Eso me pareció muy difícil. Le pedí su ayuda. Seguí sus consejos y comencé a cambiar mi actitud hacia ella. Las cosas cambiaron. Para ese entonces apareció la oportunidad de otro trabajo que reunía todas las condiciones que necesitaba. Comunique que renunciaba. Entonces se organizó una tremenda fiesta de despedida por primera vez en ese lugar. Lo mejor de todo es que la organizó esta persona. Inclusive recuerdo que varias veces me pidió que no me fuera.
Verdaderamente los oídos del Señor están atentos al clamor de sus hijos, pero desea que nuestro carácter sea formado y que demos testimonio de quienes somos en Cristo. Para el Señor era muy fácil conseguirme otro empleo rápidamente, pero había una lección que aprender. Esta experiencia me ensenó que sus caminos son diferentes. En ocasiones Dios tiene una forma diferente de resolver nuestros problemas, pero siempre es la mejor para nosotros y la más perfecta.
ORACIÓN: Amado Dios, hazme entender siempre que tu sabiduría es infinita, diferente de la mía. Ayúdame siempre a confiar y saber esperar en ti. Dame amor, sabiduría y discernimiento para entender a otros. Déjame ver a otros a través de tus ojos. AMÉN
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