viernes, 13 de mayo de 2011

LA GLORIA DE DIOS

2 Corintios 4:18 Por tanto nosotros todos mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor.”

La palabra Gloria es muy usada por el pueblo cristiano. Se usa la palabra Gloria para designar el lugar en han de habitar los cristianos cuando son salvos y mueren. Decimos “Se fue a la gloria con el Señor. Se da gloria a Dios como forma de adorarlo. Otros creen que esta es un atributo de Dios.

Pero hoy queremos hablar de la gloria de Dios que se manifiesta y se puede manifestar entre y en nosotros.

La palabra Gloria se refiere a la gloria Shekinah. Shekinah viene del verbo hebreo Shakan, que significa morar, habitar. En hebreo rabínico antiguo la palabra se usa con frecuencia para referirse a los nidos y a la costumbres de las aves de habitar en ellos. En el pensamiento judío clásico la Shekinah se refiere a la habitación o morada de la presencia divina.

En el Antiguo Testamento, en Génesis 1: 26-27 nos dice que el hombre fue creado para la grandeza: Y creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo. Dios dijo: “hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza”. El sueño de Dios para el hombre era un sueño de grandeza El hombre estaba diseñado para la comunión con Dios. Fue creado para estar en su presencia eternamente y disfrutar de su gloria. Cicerón, el pensador, expreso que Adán nació esencialmente para ser rey. El hombre perdió su grandeza. En vez de ser siervo de Dios, se convirtió en esclavo del pecado. Por eso a este mundo Dios envió a su hijo Jesucristo para liberarlo de las cadenas del pecado para que pudiera recuperar la comunión con Dios, disfrutar de su presencia, de su gloria temporera aquí y en la eternidad con él.

En el Antiguo Testamento varios salmos hablan de la Gloria de Dios. El Salmo 19:1 se habla de la gloria de Dios en la naturaleza: “los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento la obra de sus manos”. En el Antiguo Testamento se presenta la gloria de Dios a través de una manifestación particular y majestuosa en forma de nube, truenos, relámpagos, voces brillo, resplandor viento, salsa ardiente, entre otras. El Señor se le apareció a Abraham a través de dos hombres y anunció que Sara llegaría a estar embarazada (Génesis 18). Dios se le apareció a Jacob como un hombre con el cual luchó. El Ángel de Jehová se apareció a Agar y habló como si fuera Dios y ella le llamó Dios. Dios se manifestó visiblemente a Moisés a través de la salsa ardiente y le anuncia que el seria su instrumento al hablarle al faraón y sacar su pueblo de Egipto. Cuando el Señor sacó a Israel de Egipto fue delante de ellos en una columna de nube y en una columna de fuego Éxodo 13:21 y 14:19 dice que Jehová iba delante de Israel en una columna de nube y que estaba en la columna de nube. Se le apareció en una nube de gloria y en fuego en el Monte Sinaí. Una nube y fuego que representaba la Gloria de Dios permanecía sobre el Tabernáculo de Moisés día y noche, habló cara a cara con él en el tabernáculo y la mostró sus espaldas. Ezequiel vió la gloria del Señor en el templo de Dios. Aun Salomón al hablar de la Gloria de Dios le preguntaba a Dios si su templo podría contener su gloria, toda su presencia. Cuando Salomón consagró el Templo éste se llenó con su gloria de tal modo que los sacerdotes no podían quedarse adentro para ministrar por causa de la nube. Job lo vio en un torbellino.

En el Nuevo Testamento, en Lucas 2:9, los pastores vieron la Gloria del Señor en el Nacimiento de Jesús. En el Nuevo Testamento la manifestación por excelencia de la Gloria de Dios lo fue Jesús. Jesús declara y revela completamente al Padre. Dice Colosenses 1:15 que Jesús es la imagen visible, el resplandor de su Gloria, y la imagen misma de su substancia. En la Transfiguración de Jesús en el Monte, se manifestó la Gloria de Dios, de tal manera que los discípulos no querían irse de allí. Más aun la crucifixión de Jesús es tal vez la mayor exhibición de la Gloria de Dios. Este acto nos libertó de la esclavitud del pecado para que pudiéramos disfrutar de la vida eterna, en su reino eterno, por gracia, mediante la fe en Él. ¿Cómo nosotros podemos agradecer la excelencia de la gloria que se ha manifestado en nosotros a través del sacrificio de Cristo? ¿Cómo podemos agradecer ese sacrificio? La contestación es curiosa. Buscando su gloria, su presencia, ofreciéndole tu corazón a Dios para que el abra camino para él en tu corazón, para que el allane montes, saque obstáculos quite las piedras que entorpecen tu comunión con él. Es el estar dispuesto(a) a entregarle a él tu corazón, entregarle tus cargas, tus debilidades, tus llagas, tus heridas par que él las sane; es creerle a él, no creer en él, es confianza para que el haga, que te pase la lija; que cambie tus sentimientos, que haga como él quiere, no a tu manera. Si, porque somos expertos(as) en decirle a Dios lo que debe de hacer. ¿Quién tiene más sabiduría tú o Dios?

La gloria que yo hablo en esta mañana no es la gloria que va al estadio o aun retiro a buscar un milagro de Dios, sin entregar el corazón y sin creerle a Él. Es la gloria que pide la entrega completa para que el haga la OBRA COMPLETA Y PERFECTA. Es entregarle y pedirle por tu situación, pero es entregar tu corazón día a día, en intimidad con él; es buscarle no solo hoy o cuando vas a un retiro, sino también en tu casa a solas, en oración y ayuno.

Mira lo que tener intimidad con el Señor:

1. Sacar un tiempo para intimar con él.
2. Apego a Dios. No te separes de Él, cuenta con él para todo.
3. Amar la palabra de Dios, estudiarla. Usar la palabra en medio de tu desierto, en la crisis. Recuerda que la palabra te sana, te protege, fortalece y es espada de dos filos, es viva y eficaz, y hará lo que tenga que hacer en tu vida. Atesora la palabra.
4. Valora lo eterno sobre lo material. Valora las bendiciones del Reino sobre las bendiciones materiales.
5. Glorificar a Dios con lo que hacemos y con lo que decimos. Esto significa que estamos revelando la gloria de Dios al mundo, a través de nuestro estilo de vida, y comportamiento y a través de nuestra alabanza Y ADORACION.
6. Dar gloria a Dios a través del servicio en la iglesia y fuera de esta. es lo que llama Rick Warren el tener una vida que sigue el propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros.
7. Considerar los favores incomparables que se nos ofrece a través de la Cena del Señor, la Eucaristía. Algunas personas no le dan el valor correcto que tiene en participar en la mesa del Señor, sin embargo es el momento de intimidad mística con Cristo, de la unión con él para asemejarnos a él (posible por el Espíritu Santo), para la bendición de nuestras vidas y recibir un pedazo de su gloria que permita tener una vida mejor. Es una comunión que produce transformación del fiel para sus rasgos divinos resplandezcan en nosotros y seamos portadores de su gloria, para su gloria.

Todo esto nos lleva a considerar la verdad que se nos trae en 2 Corintios 4:18 – de que “nosotros todos mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor.”

Pidamos hoy que su Santo Espíritu, su presencia, su gloria se manifiesta de forma especial en tu vida ahora y para que podamos dar testimonio de la gloria inmensurable del Señor para que podamos glorificarlo delante de los hombres y las mujeres. Pidamos que La Gloria nos transforme y transforme nuestras vidas. Te invito a acercarte a Él para rendirle tu corazón. Amen

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REFORMA Y CONTRAREFORMA DEL PUEBLO CRISTIANO: En el siglo XVI (1517) surgió la Reforma Protestante, un movimiento religioso de tendencia renovadora que hizo su aparición en la Europa Occidental. Varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Cristiana Occidental (Católica Romana). Se origina en la ruptura con el Papa por parte de Martín Lutero monje católico, Enrique VIII rey de Inglaterra, Juan Calvino teólogo reformador francés y Stork y Munzer, sacerdotes suizos. Esto originó el rompimiento de la unidad cristiana y la consiguiente formación de otras Iglesias, llamadas Iglesias Protestantes, independientes de la autoridad papal. El protestantismo asumió cuatro formas: la luterana, la anglicana (episcopales), la reformadora (presbiteriana) y la anabaptista (menonita). Ya para el siglo XI la Iglesia cristiana se había dividido por primera vez en el llamado "Cisma de Oriente y Occidente" formándose la Iglesia Católica Ortodoxa y la Iglesia Católica Romana respectivamente. En el siglo XVII surgio el llamado movimiento bautista, en el siglo XVIII, el movimiento metodista y wesleyano, en el siglo XIX los Discípulos de Cristo y en el siglo XX el movimiento pentecostal y evangélico. Estos movimientos han desarrollado un alcance mundial. En el siglo XX se crea también el Consejo Misionero Internacional fomentándose el movimiento ecuménico. Esto marca un hito importante en la historia del reencuentro entre las iglesias cristianas (Católicas, Protestantes y Evangélicas), propiciando desde plataformas diferentes el respeto mutuo y la búsqueda de los espacios comunes hoy en día.
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